Conferencias, seminarios, talleres académicos. Educador familiar en adicciones y teólogo que escucha y aprende de las circunstancias. Estudios bíblicos grupales, clases y eventos. Creo en la posibilidad de recuperación efectiva y en el nuevo nacimiento otorgado por el maestro Galileo. ¿Quieres conocerle?
La educación emocional que va más allá de la información y definición de los conceptos es una prioridad
He escrito una trilogía sobre adicciones, algunos poemas y varios artículos de interés educativo
Cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, no perderá su recompensa. (Mc 9.45)
Hace mucho tiempo soñaba con un imposible. Crear un proyecto educativo y social sobre adicciones y que sirviera como un camino hacia el evangelismo de un mundo sediento de respuestas. Nos necesitamos
Diego ha sabido comprenderme y valorarme y desde su ayuda he podido volver a soñar, a creer, a confiar, a amar, a salir adelante. Nunca olvidaré su ayuda
Inicié mis estudios de teología con la ilusión de un niño y lejos de mi estaba presagiar lo que ocurriría tiempo después. Diez años más tarde claudicaba ante un diagnóstico severo de adicción terrible a la cocaína y me debatía entre múltiples psicólogos y diversos tratamientos que, tras nueve largos años, me llevaron de golpearme entre paredes acolchadas a un alta maravillosa firmada por un centro de salud mental con el que, por fin, puse punto final a esa forma de vivir y pasar entonces a mantener mi abstinencia de forma constante y poder recuperar mi vida, perdida entonces, en la nebulosa del desánimo.
La insoportable inocencia del culpable y la enorme carga de culpabilidad por lo que estaba haciendo con mi vida invadían a diario mi pensamiento.
Yo soñaba con ser pastor de iglesia o profesor de religión, vivir honestamente y ser coherente con mi fe. Soñaba con poder ser un buen padre de familia, un buen esposo y un buen cristiano, sin embargo, lo que soy y seré para siempre, es un cocainómano, es decir un “adicto”. La vida es aquello que te sucede mientras tú tienes otros planes. Al fin y al cabo, me lo merezco porque son las consecuencias de mis decisiones, pues somos los arquitectos de nuestro destino. Si he llegado a enfermar es porque me lo he buscado. ¿Es eso exactamente así? ¿Acaso quiere alguien ser adicto? Hoy no podemos limitarnos a hablar de fuerza de voluntad para superar una adicción, algo que antes siempre se potenciaba, el “apretar los dientes” frente a la sustancia, hoy es un esfuerzo prácticamente inútil.
Querer no es poder cuando hablamos de adicción, la fuerza de voluntad tiene otro marco de actuación.